La aventura entre padre e hijo comenzó hace ya varios meses. Ambos residen en el Gran Buenos Aires y un día Pedro propuso a su hijo Darío, iniciar ésta travesía: viajar en bicicleta desde Monte Grande hacia San Rafael. En medio de ese viaje, el paso por Rancul.

Pedro y Darío junto a sus bicicletas y el equipaje que los acompaña en esta aventura

En los recorridos habituales por las calles de Rancul hoy nos topamos con viajeros. Ciclistas para ser más precisos.

Pero una historia con un condimento particular: son padre e hijo y viven una aventura que tendrá sin dudas miles de anécdotas y la unión inquebrantable de padre e hijo que quieren convertir ésta meta en una realidad.

El objetivo es recorrer El Cañón del Atuel en bicicleta. Quieren llegar a San Rafael y allí detenerse, descansar y vivir una nueva experiencia.

Darío contó ante F.M Líder que «los dos vivimos en gran Buenos Aires, en la zona Sur, a unos 30 kilómetros de la Capital Federal. Nos encanta la montaña y es así que vamos rumbo a San Rafael, Mendoza, con la idea de hacer todo el recorrido del Cañón del Atuel«.

El viajero además relató que su papá fue quién lo impulsó a hacer realidad esta aventura que los tiene como protagonistas: «Un buen día mi papá me dijo ´¿che te animas y nos vamos a San Rafael?´. Y la verdad que en principio me pareció una locura lo que este hombre me decía, pero después me puse analizar y pensé: yo tengo 34 años, soy soltero, trabajo en mi casa con él. Mi papá tiene 65 años, ninguno de los dos es empleado, disponemos de tiempo, disponemos de la capacidad física, porque tenemos un buen estado atlético, yo eh recorrido maratones durante muchos años, papá iba y venía a Capital en bicicleta, 30 kilómetros más o menos todos los días… O sea, el físico está, el tiempo está, la capacidad técnica también está».

Darío también contó cómo se complementaron desde el inicio y pudieron armar todo lo que creyeron necesario para éste viaje: «Él sabe mucho de mecánica, yo sé mucho de electrónica, y juntos hicimos en dos bicicletas modestas unos carritos, los llevamos atrás y ahí tenemos todo nuestro equipaje: bolsa de dormir, utensilios de cocina, ropa, herramientas o repuestos, todo lo que haga falta para sobrevivir una noche en el medio de la nada, porque a veces nos encontramos con esas situaciones, y a su vez yo desde la parte electrónica armé algo con generadores para ir cargando las luces e ir cargando el celular, la camarita GoPro deportiva que llevo en el pecho porque muchas veces vamos haciendo filmaciones y sacando fotos».

Los viajeros se detuvieron en Rancul en búsqueda de gas para poder cocinar por la noche

Los viajeros además van contando ésta historia y haciendo parte de ella a quienes quieran aportar datos y vivirla también. Esto es a través de un Instagram (delta.lima.22) donde suben fotos y videos, destacando sobre todo «la buena gente que nos encontramos en los pueblos y ahí vamos reflejando todas nuestras locuras a lo largo de este interminable viaje».

Claro que esta dupla no es la primera que transita la Ruta Nacional 188 con algún desafío. Pero estos viajeros sí tienen la particularidad de ser padre e hijo con un objetivo común y transitando juntos. Consultado sobre esto, Darío recalcó que «es un condimento único. No somos amigos, no somos una pareja, somos padre e hijo y creo que es un recuerdo que vamos a llevar por siempre«.

El joven de 34 años una vez más destacó el rol de su papá, ideador de la aventura, y agregó también que «en realidad esto se le ocurrió a él, papá empezó a ver por YouTube gente que hace estas cosas, hay gente que incluso va desde Ushuaia hasta Alaska. A nosotros no nos da para semejante locura (ríe) pero pensamos que podía darnos para hacer esto y dijimos ´che hay que hacerlo´. Se alinearon todos los planetas, se dieron todas las posibilidades juntas que conté, y realmente tal vez en unos años quizás yo sea empleado, o él no esté bien salud, o yo, quién sabe. Entonces dijimos ´hay que aprovechar ya, hay que salir ahora y no nos vamos a olvidar nunca de esta gran aventura´.

Sin prisa pero sin pausa

Pedro y Darío viajan aproximadamente a 10 kilómetros por hora. En medio de esta hazaña, las inclemencias climáticas también fueron complicando el viaje. Tal es así que si bien calculan que en unos 5 días estarán en San Rafael, algunas variables, sobre todo climáticas o mecánicas, van modificando lo previsto.

Foto Instagram delta.lima.22, tras la nota realizada en F.M Líder

Darío explicó que «estamos desde acá a unos 350 km de San Rafael, le calculamos 5 días más pero es muy variable porque, por ejemplo, nos pasó hace 2 días que salimos de Bernardo Larroudé y había un viento de frente increíble y nos tuvimos que volver. Ese día lo perdimos y así nos ha pasado también con algún desperfecto mecánico, es un estimativo pero es variable. La idea es llegar hasta San Rafael descansar 1 o 2 días, reponernos bien y hacer todo el recorrido del Cañón del Atuel y ahí tomamos nuestro tiempo para disfrutarlo«.

La calidez humana del interior

Tras su paso por diferentes localidades del país e inclusive al paso de los viajeros por la ruta, Darío no duda en recalcar más de una vez «la increíble calidez humana que hay en el interior«.

Es así que el joven destacó que «desde el momento en que estamos en la ruta, hay camioneros, la gente en auto que nos tocan bocina, nos alientan, nos saludan, incluso se han parado a ofrecernos ayuda o a sacarse fotos solamente y preguntamos desde dónde venimos y hacia dónde vamos. Todos los pueblos en los que paramos es increíble la calidez humana que hay en el interior y que a veces no se encuentra en el gran Buenos Aires. La verdad que ese es el mejor recuerdo que nos llevamos», sintetizó.

Foto Instagram delta.lima.22

La dupla por ahora piensa volver a Buenos Aires también en bicicleta y vivir una nueva aventura, a pesar de que «si bien los primeros días fueron insufribles, con dolor de piernas y cansancio, nos acostumbramos, entramos en ritmo, y nos sentimos bien. Así que creemos que la vuelta va a ser mucho más llevadera» y seguramente, cargada de mil historias por contar.